La transmisión de valores a través de la educación.
Por C.I. Victoria Albornoz, Mat. N° 1350, Docente de la Universidad Católica Argentina Sede Rosario
¿En qué consiste el servicio inmobiliario? Cada año formulamos esta pregunta a los estudiantes que comienzan la carrera universitaria para ejercer como Corredores Inmobiliarios, y en general responden: ‘consiste en vender y alquilar propiedades’. Y allí comienza el debate. El Servicio Inmobiliario, entendido desde la práctica, es muy amplio y abarcativo; se basa esencialmente en interpretar las necesidades de los clientes e intentar satisfacerlas. Esto implica que puede, o no, concluir en una operación de venta o alquiler. Estas necesidades, muchas veces habitacionales, se manifiestan generalmente frente a sucesos de la vida que todas las personas enfrentan o enfrentarán en algún momento: nacimientos, casamientos, convivencias, emprendimientos, independencia de hijos adultos, padres con nidos vacíos, divorcios, inversiones y fallecimientos, como también, necesidades de intervención en cuanto a valuaciones, mediaciones, asesoramiento, peritajes, etc.
Cada uno de estos procesos se transitará con tranquilidad y el menor nivel de estrés posible, si se cuenta con la asistencia de un profesional inmobiliario matriculado, capacitado, serio y eficiente. Para ello, uno de los grandes desafíos que enfrentamos los docentes de esta carrera es, no sólo convertirnos en meros transmisores de conocimientos, herramientas técnicas y recursos, sino propender a la estimulación intelectual del estudiante, como al desarrollo de su propio criterio y de una plena conciencia sobre el impacto y las consecuencias, directas o indirectas, que tendrá su accionar sobre seres humanos, sobre su patrimonio, sobre sus sueños, expectativas y proyectos. Como profesionales, deberán honrar la confianza depositada en ellos con un desempeño probo, responsable y comprometido.
Educar en valores no es una misión fácil. Sin embargo, se trata de una misión irrenunciable. Con el claro objetivo de una educación de calidad, los profesores nos orientamos hacia la formación de personas capaces de afrontar el reto que implica concluir la carrera universitaria y comenzar a desarrollar la actividad dentro de un marco ético tanto hacia sus colegas, como hacia sus clientes. Todo ello dentro de un contexto de aulas con grupos muy heterogéneos, donde confluyen diversos colectivos: jóvenes de 18 años que egresaron de su nivel secundario, conjuntamente con adultos (muchas veces madres y padres), que intentan compatibilizar sus trabajos con la demanda de la carrera.
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