La historia económica de la Argentina habla por sí sola. Ahorrar e invertir en nuestro país siempre fue una tarea compleja, los altos índices de inflación y la pérdida cíclica de poder adquisitivo atentaron constantemente contra la posibilidad de ahorrar en nuestra moneda, el peso argentino. A lo largo del tiempo los argentinos han atravesado diferentes crisis económicas, muchas de ellas con fuertes devaluaciones y hasta padeciendo confiscaciones de depósitos bancarios.
En los últimos 30 años, la sociedad fue testigo como sus depósitos bancarizados a través de instrumentos financieros, se vieron retenidos forzosamente en al menos dos oportunidades. El atesoramiento del dólar moneda extranjera, también sufrió diferentes obstáculos a lo largo del tiempo. Control de cambios con límites en la venta, “cepo” al dólar, restricciones cambiarias bajo diferentes formatos fueron algunas de las medidas con las que la gente ha tenido que convivir en los últimos años.
Las tasas de intereses negativas, más el historial de crisis recurrentes empezaron a vislumbrar al inmueble como una inversión segura. Con estos antecedentes, al momento de analizar diferentes alternativas de atesoramiento a largo plazo, los inversores locales encuentran a un claro ganador: el ladrillo. Y cuando hacemos referencia a inversionistas, no perdemos de vista al pequeño inversor, aquel busca un refugio, una alternativa que ayude a mejorar sus ingresos en un país donde las jubilaciones no siempre garantizan un buen pasar. Según un estudio realizado recientemente por la consultora FMyA, el mismo destaca que los inmuebles son la inversión conservadora que mayor rendimiento obtuvo en comparación con cuatro alternativas posibles junto al plazo fijo en pesos, la inversión en bonos soberanos y la inversión en acciones. El propio Banco Central de la República Argentina (BCRA) también presentó en Agosto de 2016 un informe de reedimiento real de distintas inversiones descontando la inflación y comparando el plazo fijo en pesos, la tenencia de dólares y la tenencia de un inmueble con alquiler y sin alquiler. Los resultados fueron contundentes, el mas beneficiado resultó fue quien desde 1981 y a lo largo de la serie invirtió en inmuebles por encima de las alternativas anteriormente mencionadas.
Como conclusión de dicho informe el titular del BCRA de aquel entonces argumentaba que el país tiene un grave problemade “intermediación del ahorro”.
En Rosario los Corredores Inmobiliarios que han sorteado diferentes crisis económicas, han visto como el inmueble logró siempre posicionarse y hoy dan cuenta de ello.
Para el CI Rubén Banchio “a través de los años el ladrillo siempre ha mantenido su valor y siempre termina superando los valores previos a cada crisis, en momentos como el actual el valor de la propiedad cae momentáneamente en dólares por un pequeño lapso de tiempo, luego no sólo se recupera sino que siguen incrementándose.
Si uno compara el valor de un departamento de un dormitorio hace 30 años los resultados son elocuentes. El inmueble es la inversión más segura, la de menos complejidad y la que a largo plazo genera un efecto tranquilizador. Respecto a las rentas, en tiempos determinados es sesgado analizarlo, a largo plazo no sólo hay que ver la rentabilidad mensual sino también la capitalización de los inmuebles a través de los años” Para el Arq. CI Javier Grandinetti, “en los últimos 30 años hemos visto a través de los inmuebles en general que el valor piso en cada crisis se fue incrementado de manera muy por arriba de cualquier inversión. El suelo urbano es muy costoso en su reposición y con el paso del tiempo el bien inmueble en nuestro país va incrementando su valor.
Si comparamos el valor de un inmueble con un auto de plaza del momento, en los ochenta un Renault 12 cero kilómetro tenía casi el mismo valor que un departamento sobre Pellegrini. El costo del suelo urbano siempre se incrementa y más aún por el cambio de puesta en valor de los activos que fuimos tomando como sociedad. Ante cada crisis se vuelve a revalorizar el activo inmobiliario ante cualquier alternativa de inversión”.
La mirada del CI Alberto Francés a través de sus años de experiencia va en la misma dirección, “Si bien hay dos segmentos concretos de inversores, el que va al dólar y el que va la ladrillo, el que va al dólar también tarde o temprano termina destinando esos ahorros al ladrillo. El inmueble no es un negocio inmediato, es a futuro pero es una de las mejores inversiones, la gente ante una crisis siempre se ha volcado al ladrillo. Después dependiendo de las circunstancias de cada crisis aparecieron mercado para distintos segmentos de inmuebles, galpones, locales, departamentos, casas. La incertidumbre económica hace que la gente vaya a lo seguro, esto si bien es circunstancial es algo histórico en el tiempo, siempre la inversión en ladrillos fue la previsión a futuro el ahorro a futuro, no haces grandes negocios en forma inmediata, pero con el tiempo verás la rentabilidad.” El testimonio del Lic. CI Julio Farah, es elocuente, “el inmueble es un bien real, tiene valor en medio de un país que no tiene moneda y sumado a los antecedentes de una Argentina que nunca respetó su moneda, esto hace que en las crisis el valor permanezca y el que tiene moneda en momentos de crisis siempre quiera trasladarlos a inmuebles. Si bien todas las crisis fueron distintas, la gravedad de esta parece más atenuada porque es prolongada en el tiempo, la de la hiperinflación fueron dos o tres golpes duros, la del 2001 fue una solo golpe certero, esta crisis no es solo económica, sino también sanitaria. La reconstrucción es a mediano plazo y allí el inmueble termina siendo un refugio de valor en medio de una crisis que es también ética y moral.”
CI Diego Ferreyra