Más allá de que los archivos oficiales lo denominan barrio “General San Martín”, todos los rosarinos lo conocen como “Tablada”. Este es un curioso fenómeno urbano que se repite en varios sectores de la ciudad, y responde a procesos de apropiación de los propios vecinos.
Esa identificación histórica está ligada a los corrales que se multiplicaban en la zona cuando se comenzaba a poblar alrededor de la industria frigorífica. En el límite norte de ese barrio, en bulevar 27 de Febrero y Juan Manuel de Rosas, está situada la Estación Central Córdoba, un ícono edilicio de un pasado ferroviario que tuvo que aprender a olvidar y reconvertirse para sobrevivir.
Ese barrio pertenece al Distrito Sur rosarino y hace más de 15 años el parque Parque Hipólito Yrigoyen le otorgó un pulmón verde reparador y espacios recreativos para los habitantes de la zona. Allí se encuentran las instalaciones deportivas del club Central Córdoba. Y las huellas que fue dejando el ferrocarril constituyeron recorridos, trazos determinantes y símbolos culturales que fueron tejiendo lazos de identidad barrial.
Central Córdoba era una empresa ferroviaria de capitales británicos, fundada en 1887, y su red se extendía de Buenos Aires a Rosario y Córdoba, y de allí a Tucumán. En 1938 el Estado argentino adquirió la empresa y desde 1948, esa conexión pertenece al Ferrocarril General Belgrano.
En ese marco de empuje, resiliencia y atrevimiento, ese enclave urbano tiende su mano y otorga muchas oportunidades (poco exploradas) por el mercado inmobiliario local. Siempre con ese atractivo tinte barrial que pretenden muchas familias rosarinas.
En condiciones de heterogeneidad urbana, las adyacencias de la estación (ya sin uso ferroviario) exhiben un carácter residencial tradicional y consolidado, que incluyen una apacible convivencia entre viviendas de comienzos del siglo XX y algunos edificios nuevos sobre los corredores de bulevar 27 de Febrero y de avenida San Martín.
Un faro de referencia urbana
En el año 1891 fue inaugurada la estación para la compañía de capitales británicos Ferrocarril Córdoba a Rosario, que instaló los primeros rieles en 1888, con destino a Rafaela y luego a Córdoba. En los comienzos del siglo XX, esa firma se fusionó con otras y formó el Ferrocarril Central Córdoba.
Sobre fines de 1921, un incendio destruyó el volumen central del edificio, que tenía dos niveles de altura. Rápidamente, se iniciaron las obras de reconstrucción, y en esa etapa se le sumaron sus rasgos típicamente afrancesados, como la mansarda de zinc y la torre en forma de cúpula que ostenta desde su reinauguración en 1926. Fue una importante puesta en valor de un edificio que siempre fue un faro de referencia urbana.
La Estación Central Córdoba cobijó la Superintendencia de Tráfico (luego Transporte) y la Jefatura de Distrito Vía y Obras de la zona Rosario. Ahora, contiene oficinas técnicas y administrativas del Belgrano Cargas y también los depósitos del Museo y Archivo Ferroviario Regional de Rosario, a cargo de la Asociación Amigos del Riel, una entidad tradicional de la ciudad que durante más de 40 años realizaron estudios históricos acerca de los ferrocarriles regionales y su relevancia en las costumbres rosarinas.
En el año 2005, se creó el Parque Hipólito Yrigoyen en los terrenos cercanos a la construcción patrimonial. No se prestan servicios ferroviarios de carga desde 2015, y un año después fue restaurada a nuevo.
En ese escenario, la Estación Central Córdoba sigue buscando algún tipo de certidumbre en relación a su futuro. En algún momento, las autoridades habían pensado en volver a utilizarla como estación de pasajeros de trenes locales y regionales. Pero todavía navega entre promesas, faltas de certezas y anhelos de reinvención que nunca descansan.
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