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#Barrios de Rosario

El Museo Castagnino, un faro cultural y urbano

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Cerca de Tribunales y como estación de ingreso al parque Independencia, sus alrededores conforman un escenario inmobiliario muy atractivo para distintos tipos de propuestas

Desde su privilegiado atril ubicado en el emblemático cruce de Pellegrini y Oroño, dentro del repertorio de las mejores realizaciones del Distrito Centro, el Museo de Bellas Artes “Juan B. Castagnino” representa un faro cultural y urbano que tutela el extremo noreste del parque Independencia, el manto verde más importante de la ciudad.

Por su estratégica instalación, representa un auténtico mojón, una estación de reaprovisionamiento, una necesaria transición entre la vorágine cotidiana de los Tribunales Provinciales y su desembocadura en espacios públicos que promueven una situación de apaciguamiento urbano. En ese enclave, el parque se impone por jerarquía urbana, e implanta un escenario de nuevas relaciones, uno de los lugares más utilizados por los rosarinos en los momentos de recreación.

Esa combinación tan particular, ese juego de atractivas contraposiciones, convirtieron a esa zona en una de las más buscadas en el mercado inmobiliario local. Las casonas históricas y los edificios para oficinas son una de las posibilidades que más atraen a los emprendedores, pero por su fisonomía y su versatilidad, también permite inmuebles destinados a viviendas.

Más allá del imán que representan siempre los sectores ferroportuarios recuperados de la franja costera junto al río Paraná y de Puerto Norte, este sector alrededor del museo y de Tribunales tiene características propias que renuevan a diario sus compromisos de brazos abiertos para nuevas propuestas y emprendimientos.

Esa intersección emblemática, ese punto de inicio, ofrece una de las postales inevitables que todos los rosarinos guardan entre sus recuerdos más queridos y mejor guardados. Las fotos familiares, con el museo detrás, es otra de las cartas de identidad urbana que despiertan sensación de pertenencia y orgullo.

Proyectado por el arquitecto Hilarión Hernández Larguía y el ingeniero Juan Manuel Newton, el Museo de Bellas Artes fue una generosa donación a la ciudad de Rosa Tiscornia de Castagnino, en recuerdo y homenaje de su último hijo, Juan Bautista Castagnino, destacado pintor, crítico de arte, un auténtico gestor cultural, un coleccionista de obras de principios del siglo XX, que también integró la primera comisión municipal de Bellas Artes de Rosario.

Juan Manuel Newton e Hilarión Hernández Larguía

El portal Rosario y sus calles (www.rosarioysuscalles.com) destaca que hay una calle en la ciudad que también homenajea a Juan B. Castagnino. Esa arteria corre de este a oeste, está ubicada en bulevar Rondeau al 1600, y hace referencia a este destacado coleccionista de arte y propulsor culturar nacido en 1884 en Rosario y fallecido en 1925, que ayudó y estimuló a una gran cantidad de artistas locales, organizando salones y muestras colectivas.

Con esa impronta de difusión, con esa misión de carácter cultural, la inauguración oficial se desarrolló el 7 de diciembre de 1937.

Fue una propuesta edilicia muy audaz para esa época, una de las cartas de presentación de la arquitectura moderna en este país. Impulsado por el mecenazgo de la familia Castagnino y acompañado por el enorme talento de los artistas que tuvo Rosario desde sus inicios, el museo rápidamente se transformó en un clásico de la ciudad.

En ese marco, el arquitecto Hernández Larguía siempre estuvo muy ligado a la vida del museo y ocupó el cargo de director desde la apertura hasta 1945. Desde sus comienzos, la institución exhibió una concepción moderna de las prácticas museísticas, y esos rasgos establecieron la dirección de la misión cultural. Ese perfil rápidamente ubicó al museo como uno de los principales focos de interés artístico a nivel nacional.

El museo ostenta tres niveles y en el subsuelo se ubica el depósito de obras. Tiene 35 salas de distintas superficies y alturas, y más de 700 metros de recorridos para exhibiciones, auditorio, biblioteca, tienda, instalaciones de restauración, depósitos de conservación de obras y servicios para el público.

Según sus responsables, su colección cuanta con más de 4.500 obras que incluyen pinturas, esculturas, fotografías y destacados grabados del arte argentino de los siglos XIX y XX, y también valiosas obras de origen europeo.

Reclama una ampliación

Su importante crecimiento estableció la necesidad de aumentar su superficie. Para eso, se realizó un concurso nacional de proyectos que contó con76 propuestas presentadas y fue ganado por un equipo de arquitectos cordobeses integrado por Juan Pablo Accotto, Mauro Barrio, Pablo Carballo y Maricruz Errasti, con colaboración de Sigfrido Stieger, Fernando Matos y Soledad Patiño. Las dificultades económicas del país y la irrupción de la pandemia por el coronavirus obligaron a postergar el inicio de estas obras de ampliación.

El proyecto ganador, que sigue aguardando por su concreción, abarca dos nuevas unidades espaciales que sumarán al volumen existente. Ahora, el museo tiene una superficie de 2.654 metros cuadrados y con estas tareas de ampliación se incorporarían otros 3.817 metros cuadrados para usos técnicos, salas de exposición y espacios culturales. Ese rediseño mejorará la integración entre el museo y la ciudad, a través de la puesta en valor del patrimonio histórico.

Esa iniciativa también prevé la rehabilitación de las cuatro salas situadas en la planta baja, otorgando un 24 por ciento más de metros lineales para exhibición, y otras cuatro salas en el nivel superior dando un 30 por ciento más de metros lineales. Asimismo, se contemplan dos patios para esculturas en planta baja, con un total de 130 metros cuadrados más de espacio de acceso público para exposiciones y actividades al aire libre en los patios originales.

Vale recordar que previamente, en 2017, se realizó un proceso de reformas más pequeñas que incluyeron la modernización de las instalaciones eléctricas y sanitarias, la refuncionalización del sector de atención al público y la puesta en valor integral de las salas de exhibición. A través de una importante inversión municipal y de la Fundación Castagnino también se hicieron tareas de climatización integral y un refuerzo en las medidas de seguridad edilicia.

También vale puntualizar que el 16 de noviembre de 2004, el museo mudó su colección de arte contemporáneo (alrededor de 300 obras) al Museo de Arte Contemporáneo de Rosario (Macro), a un nuevo anexo que se instaló en los Silos Davis, y lo convirtió en otro sitio emblemático para los rosarinos.

En la actualidad, el museo, el edificio y su colección continúan siendo testigos de la intensa vida cultural de los rosarinos, que se traduce en los pedidos de visitas que recibe a diario por parte de escuelas, entidades y ciudadanos particulares, y de la gran cantidad de ofertas urbanas que se multiplican a sus alrededores.

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