Impulsado por las actividades de su emblemático balneario, sube su ritmo y multiplica sus atractivos en verano
Recostado sobre el borde norte de la ciudad, se encuentra el barrio La Florida. Con su perfil recreativo y residencial, custodio del primer balneario, y dueño de inolvidables amaneceres frente al Paraná y de una belleza natural única, ese enclave multiplica sus encantos en las etapas de altas temperaturas. Además, es una zona muy buscada por los rosarinos que persiguen descanso, disfrute, y un ritmo urbano más pausado para escapar del aturdimiento del centro.
Cuando el sol comienza a hacer sentir sus bríos veraniegos, el barrio más septentrional de esta ciudad comienza a modificar su fisonomía urbana, altera sus hábitos, y con enorme generosidad abre sus brazos para recibir a la gran cantidad de rosarinos que se arriman a las playas y a los nuevos aires que propone la costa norte. Esa postura de predisposición también suele derivar en sugerentes posibilidades en el mercado inmobiliario.
Los rasgos urbanos de La Florida están signados de manera indeleble por el balneario como faro de atracción referencial, pero el barrio no termina ahí. El puente Rosario-Victoria compone el marco de cierre de sus principales postales, las islas regalan un cautivante horizonte propio, el recorrido ribereño resalta sus virtudes en el Paseo del Caminante en Costa Alta, las impetuosas bajadas, la rambla, las parrillas, los bares, los salones de fiestas con las mejores escenografías de fondo, las ferias populares, los puestos para comprar pescados. Impulsos con características muy particulares que van disminuyendo su intensidad a medida que se insertan en la trama barrial, hacia el oeste.
En sus inicios, los terrenos que conformaron el pueblo (luego incorporado y transformado en barrio) abarcaban las calles actuales Matheu (sur) y Pintor Musto (norte), el río Paraná (este) y bulevar Rondeau (oeste). Sus límites fueron extendiéndose con los años.
Un sello de identidad
En 1919, Carlos Escauriza regresó a Rosario y eligió para vivir los terrenos ubicados entre las calles Buchanan y Pago Largo. Junto a su familia (con su mujer y sus 13 hijos) se volcaron a las actividades relacionadas al río. Hasta ese momento estaba prohibido bañarse en las aguas del Paraná, en la zona comprendida entre el arroyo Ludueña y Punta Barranca.
Ese sector estaba cubierto por una espesa vegetación y, por eso, decidieron desmalezar unos 200 metros de costa, tendieron las conexiones eléctricas necesarias hasta la ribera, abrieron caminos, e inauguraron el primer balneario de aguas abiertas, el 8 de noviembre de 1928, con el nombre de “La Peña”.
“La Peña” (balneario y parrilla) funcionó hasta el año 1933, fecha en que en base a un pacto con el intendente Esteban Morcillo, la Municipalidad de Rosario pasó a hacerse cargo del balneario. Se construyeron nuevos vestuarios, algo más rudimentarios de lo que proponía el proyecto de Escauriza (que ya hablaba de muelles, paseos en bote, y un parque acuático natural con estaciones de camping), y se habilitó el 21 de febrero de 1933, ya con el nombre de balneario “La Florida”.
La popularidad del balneario fue creciendo a gran escala merced a los comentarios de los propios vecinos, y por unos volantes que se repartían en la Estación Rosario Norte, uno de los puntos más concurrido de la ciudad.
Con una playa de 400 metros frente al río y alrededor de 150 metros de fondo, el balneario La Florida siempre fue un mojón de identidad determinante para el desarrollo del barrio. Desde sus comienzos, sus instalaciones albergaron cada verano las principales movidas de los rosarinos. Con un amplio frente al río, arena y servicios (que incluyen un amplio estacionamiento arbolado), su playa bordea el río Paraná y continúa ofreciendo eventos, actividades y programaciones especiales que suelen atraer a miles de rosarinos.
Antes de la pandemia por el coronavirus, esa franja costera también era una de las principales protagonistas de la agenda cultural, con shows y recitales en vivo sobre la arena. Tiene un circuito exclusivo con estructuras de seguridad para nadadores, canchas de voley, slackline, espacios para jugar a la paleta, al fútbol tenis, al tejo y al fútbol fusión, siempre en modos playeros.
Por la calidad de su infraestructura, esa zona fue elegida como sede de los Juegos Suramericanos de Playa, que se desarrollaron con éxito en 2019.
Además de los deportes playeros, ofrece salidas al río Paraná en kayak o en Stand Up Paddle, con excursiones y clases para principiantes. Y también hay bares de playa, para tomar o comer algo al lado del río, y servicios de wi-fi, proveeduría, alquiler de sombrillas y reposeras, duchas, guardavidas, servicio de emergencias y seguridad.
Desde julio de 2000, el balneario está administrado por la Empresa Municipal Costanera Rosario que, además, gestiona el Complejo de Piletas del Parque Alem.
A pocos metros de ahí, la Rambla Catalunya, ofrece una playa de acceso libre y gratuito que contiene actividades deportivas, clases de zumba, una zona para kitesurf y un corredor de nado de 400 metros con doble boyado de seguridad. También, en verano, se dispone una feria de artesanos, en Gallo y Costanera.
Para llegar hasta esas playas, o a los embarcaderos de esa zona, se puede utilizar el transporte público, que intensifica esos servicios en etapa veraniega.
Las playas de la costa norte rosarina representan un puntal de sostén esencial para la actividad turística en la ciudad, sobre todo en verano. Sus espacios de recreación cobran fundamental importancia y atractivo, para convocar a visitantes de la región y de otros países, que gustan de las vacaciones en contacto directo con el río.
Los tesoros naturales del norte
El nombre del barrio de “La Florida” se relaciona a la atrapante belleza natural de la zona, y también alude a una batalla ganada a los realistas por las fuerzas independentistas al mando de Juan Antonio Alvarez de Arenales, el 25 de mayo de 1814, en La Florida (Bolivia). Nuestra ciudad cuenta con un barrio (el más septentrional), un hermoso balneario y una calle (en sentido norte-sur, entre Juan José Paso y Humberto Primo, en la zona noroeste) que lleva ese nombre, con esa referencia.
En 1889, la empresa rosarina Frugoni, Castagnino, Parpaglioni y compañía compró al norte de pueblo Alberdi campos que hasta ese momento habían pertenecido a un mismo propietario de la provincia de Mendoza, de apellido Sasma. Fue Esteban Segundo Frugoni, vecino de Rosario, quien se ocupó de los primeros trazos de urbanización importantes en el lugar, fundó y le puso nombre de “La Florida”, a lo que era en ese momento un pueblo cercano con una abundante y extensa vegetación, que pretendía brindar desahogo y cierta confortabilidad a los habitantes del centro rosarino.
En sus comienzos La Florida fue una población rural a la que, por su lejanía, se llegaba a caballo, y en carruaje o en tramways hasta pueblo Alberdi. Ese recorrido duraba 50 minutos. Y la primera casa se construyó en 1889, en la actual Francisco de Miranda al 4100.
Así, lentamente, sucesivos loteos le fueron imprimiendo forma urbana a esa zona de tareas rurales y pastoreo. En 1914, comienzan a edificarse los primeros chalets y a instalarse las primeras quintas de italianos, españoles y criollos, arribados de otras provincias, que se dedicaban principalmente a la pesca y a la ganadería.
Treinta años después de la fundación de La Florida, en 1919, la ciudad de Rosario extendió sus límites hacia el norte, hasta traspasar el arroyo Ludueña, y La Florida pasó a ser parte del municipio rosarino. Se transformó en el barrio más al norte.
Un año después, abrió sus puertas una institución emblemática de la zona, que cumplió funciones sociales y recreativas: el Centro Castilla, ubicado en Pago Largo y Ruiz Moreno.
La primera vecinal de La Florida se reunió en 1927 con el objetivo de fomentar el progreso edilicio del barrio y establecer escuelas, bibliotecas y “propender al desarrollo de todo conocimiento útil para el pueblo”. Se ocupó del alumbrado, arbolado, tareas de desagüe y la seguridad pública.
En ese momento, los vecinos tuvieron que luchar mucho contra la indiferencia de Rosario para lograr su inclusión y, sobre todo, para conseguir un servicio de transporte integrador.
En el barrio funciona desde 1932 el club Unión Telefónica, que incluía a los trabajadores de la Unión Telefónica. En la actualidad, bajo el nombre de club Teléfonos Rosario, brinda al barrio un complejo deportivo con múltiples actividades sociales y deportivas. En 1937, abrió sus puertas el club La Florida, orientado principalmente a la práctica del fútbol. Años más tarde se fusionó con el club Impulso, pasando a llamarse club social y deportivo Impulso La Florida, teniendo su sede en Ingeniero Laporte 3959.
Por su parte, el club Banco Nación fue fundado en 1943 por el deseo de los empleados bancarios; está situado en bulevar Rondeau 2932. En tanto, el club social y deportivo General San Martín surgió a fines de 1949. Sus instalaciones se encuentran en Valentín Gómez 3765.
La primera escuela del barrio se inauguró en 1929 con el nombre de Gobernación de la Pampa; y tenía solo dos aulas. En 1940 pasó a llamarse Ovidio Lagos. Está ubicada en calle Martín Fierro y cuenta actualmente con nivel inicial, primaria y secundaria.
En el barrio también se encuentra la Escuela N° 824 República Oriental del Uruguay. Esa escuela pública surgió a pedido de los vecinos. En sus inicios fue una casa familiar donde se dictaban clases de 1° y 3° grado, y fue recorriendo su trayectoria docente hasta contar en 1965 con edificio propio, en Salvat 1150.
Otra escuela es la N° 6397 San José de Calasanz, inaugurada en 1953, y ubicada en Rondeau 3921.
La primera iglesia del barrio fue la San José Obrero; una capilla de chapas que se había inaugurado en 1962. Con los años se llegó a construir un templo más amplio, que se habilitó en 1979. Las necesidades del barrio impulsaron a la comisión parroquial a lograr la construcción de la escuela en David Peña 745, recibiendo el nombre de San José Obrero, y en 1988 se inauguró el nuevo edificio educativo.
Al este barrio también pertenece la parroquia Nuestra Señora de los Dolores, cuyo templo actual se inauguró en 1979, y también la parroquia y el Colegio San Ramón.
Por su parte, esa zona balnearia que identifica y define las principales características del barrio, primero fue denominada La Peña, y estaba ubicada en la bajada Escauriza. Su dueño, Carlos Escauriza, presentó la idea de un balneario para toda la ciudad. El proyecto se presentó en la municipalidad, también impulsado por la vecinal y, finalmente fue inaugurado en 1933 como balneario La Florida.
Así, su relevancia urbana comenzó a multiplicar su importancia y se transformó en la principal playa de la ciudad, la más popular, que promovió el disfrute de varias generaciones de rosarinos.
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