Cerca del centro y del Parque Independencia, con la Plaza Libertad como epicentro, es una de las zonas más buscadas en el mercado inmobiliario rosarino.
Enmarcado en el Distrito Centro de la ciudad, el barrio del Abasto aún guarda en su entramado urbano rasgos tangibles de un pasado que lo enorgullece. Todavía hoy, sus calles, su plaza, y sus viejos almacenes, cobijan guiños y remembranzas que forman parte de una identidad barrial con raíz obrera, que sintetiza su espíritu de progreso. Así, entre reconversiones de casonas familiares, antiguos conventillos, y locales relacionados a la comercialización de frutas y hortalizas, las memorias del Mercado que le legó su nombre al barrio imponen fructíferos vínculos de convivencia y enfatizan el sentido de pertenencia de los vecinos.
El barrio tiene una gacetilla propia, historias y complicidades compartidas, costumbres que se mantienen, y fachadas de construcciones de mitad del siglo XX que evidencian sus ansias de crecer sin soltar sus lazos urbanos.
Cerca del centro y del Parque Independencia, esta zona ocupa un lugar de relevancia en el mercado inmobiliario local. Con un carácter residencial, que gana en altura y bullicio a medida que se acerca a sus principales arterias y a sus extremos norte y noreste, y con una densidad que se permite bajar su ritmo para adoptar un perfil de disfrute más barrial, con muchas casas recicladas hacia el sur y el oeste, el sector otorga una amplia oferta que es muy buscada en la actualidad por los rosarinos.
Los límites del Abasto son la avenida Pellegrini al norte, calle Maipú al este, bulevar 27 de Febrero al sur, y el Parque Independencia al oeste. Y linda con los barrios Centro, República de la Sexta, Parque Casado, España y Hospitales, y San Martín.
El gran movimiento de las avenidas San Martín, Pellegrini, 27 de Febrero, también representa otra de sus principales características. Y, sin dudas, el espacio de recreación y encuentro más destacado es la Plaza Libertad. Por la forma de su superficie, de 9 por 10 cuadras, muchos historiadores y urbanistas lo denominan un “cuadrado casi perfecto”, y durante algunos años también se lo conoció como barrio de la Séptima, por su relación con la jurisdicción policial.
Su zona comercial sube la intensidad en las avenidas Pellegrini (donde también se encuentra uno de los corredores gastronómicos más importantes de la ciudad), San Martín y Corrientes. Un punto neurálgico son los alrededores de la Plaza Libertad, y más cerca de 27 de Febrero comienzan a aparecer talleres y otros comercios, de pequeña y mediana escala.
Por la fuerza de su arraigo embrionario, el barrio adoptó el nombre del Mercado del Abasto, un punto de compra y venta de frutas y hortalizas, una estación de gran significado urbano, que luego, con el crecimiento de la ciudad quedó dentro del radio del macrocentro rosarino, y por eso se vio obligado a mudar sus actividades.
Otra de sus intersecciones más atractivas es la esquina de Pellegrini y Corrientes, donde muchos vecinos continúan recordando el café Saigo, los cines Sol de Mayo y Esmeralda, la pizzería Bondino y el Rosarino Boxing Club. Y actualmente se utiliza para celebraciones de los logros deportivos de los equipos rosarinos y de la selección nacional de fútbol.
Entre sus entidades más representativas se pueden destacar las parroquias Inmaculado Corazón de María, Nuestra Señora del Carmen y la basílica San José, el centro de Jubilados y Pensionados Leonor Martínez, la asociación vecinal Solidaridad Social, la biblioteca popular Solidaridad Social, el club Ben Hur, el club El Eslabón, y Deportivo Buen Orden, entre otros.
>> Una gran influencia
Situado en la manzana delimitada por Sarmiento, Ituzaingó, Mitre y Pasco, desde 1918 a 1968, el Mercado de Abasto definió el carácter de todo el barrio. Sus actividades de acopio y distribución de frutas y hortalizas generaron a sus alrededores la multiplicación de bares, bodegones, comercios pequeños, y conventillos donde se alojaban los puesteros y los changarines, con sus familias.
En el mes de septiembre de 1918, el Mercado quedó habilitado al público y muy rápidamente se convirtió en un punto de referencia urbano para todos los rosarinos. En ese predio se centralizaba el abastecimiento y se respondía a las demandas ascendentes en aquel momento de la población local.
Por los bríos del crecimiento urbano de Rosario, el escenario urbano de esa zona se fue modificando drásticamente en pocos años. Esos terrenos fueron adquiridos por la Municipalidad en 1907, y el Mercado quedó inscripto en un sector muy poblado, que no era muy conveniente para ese su funcionamiento.
De esa manera, después de 50 años y luego de extensos debates, tuvo que trasladar sus funciones al Mercado de Productores (27 de Febrero y San Nicolás) y al Mercado de Concentración de Fisherton. El edificio fue demolido y, poco después, allí se construyó la actual plaza Libertad.
En todas las manzanas de barrio todavía se mantienen huellas de ese pasado obrero, con casonas familiares y ex conventillos que continúan luchando por sobrevivir.
Como una especie de homenaje a sus propias historias, en el año 2004 un grupo de vecinos organizados en la Asociación Vecinal Solidaridad Social decidió una acción de emotivo recate urbano para imprimirle un sello de identidad a esa zona, y sin dudar eligieron denominar al barrio como “Abasto”. Esa iniciativa fue aprobada el 25 de noviembre de 2004 de manera oficial por el Concejo Municipal.