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#Análisis

Invertir en ladrillos, un mandato cultural

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La construcción y la compra de inmuebles han sido el motor del ahorro y desarrollo en el país.

Manuel Torné. Asesor de la Comisión Directiva de CEIR

Invertir es un arte, no una ciencia. Las personas que tienden a cuantificar todo rígidamente están en desventaja”, explica el prestigioso empresario y asesor financiero norteamericano Peter Lynch.

La premisa es sustancialmente valiosa en un contexto macroeconómico difícil como el que atraviesa Argentina. En momentos de alta incertidumbre, ¿es mejor seguir a la manada o ir en contra de la corriente? ¿Es preferible ser conservador o apostar al riesgo? ¿Ladrillos o inversiones financieras? Para quienes tienen raíces en los inmigrantes de principios de siglo XX, invertir en ladrillos es algo así como un mandato cultural. Esto ha sido un motor del ahorro y desarrollo de nuestro país.

Lo primero a tener en cuenta para quien tiene entre manos una inversión potencial es conocer su propio perfil. Está claro que invertir en el sector financiero requiere una alta dosis de adrenalina, información inmediata y precisa, y capacidad extrema para torcer el rumbo en tiempo real de acuerdo a la coyuntura del mercado local e internacional. Por el contrario, la inversión en una propiedad con el objetivo de obtener una renta es un negocio mucho más conservador, que implica paciencia y aplomo.

La volatilidad es lo que caracteriza al mundo de las finanzas. Una acción que hoy presenta una excelente performance puede rápidamente entrar en una senda negativa a raíz de decisiones tomadas por la propia empresa, o influenciada por noticias relacionadas al sector en que la empresa se desempeña. Los ladrillos, en cambio, representan un riesgo escaso. Salvo una catástrofe natural que afecte la inversión (inundación, terremoto), cuya probabilidad de ocurrencia es verdaderamente baja, son pocos los factores que pueden alterar la estabilidad de la inversión, y en general, quien adquiere una propiedad puede mantener la misma por años.

Otro punto a considerar es la seguridad de la inversión. Si se invierte en la bolsa y la empresa quiebra o un país entra en default, el valor de la inversión financiera pasa a ser nulo. Sin embargo, los ladrillos recuperan su valor y siempre van a estar en la misma dirección y nadie se los va a poder llevar.

Para el inversor, de fuerte aversión al riesgo, el ladrillo sigue siendo el refugio ideal. Como dijo la abuela: “Los ladrillos se pueden ver, tocar, y siempre estarán allí”

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